La Remija
Retazos de Sanantón: Callejón de la Amargura
"La Remija"
Desde donde tú sólo sabes, desde donde sólo tú has estado, Sé, que en hilillos se han ido vaciando tus esperanzas, aun sabiendo que nunca llegarían más allá.
Y Sé, que por tu callejón, con avidez, te has empinado para saciarte de sanantón, y este, asiéndote con ternura, te ha tomado.
Pero también sé, que tú, cruda; que tú, muy cruda, has huido por entre sus corrales quietos haciéndote escarcha.
Pero...
EN Qué lúgubre dimensión, quien sí lo sabe todo, te habría colgado, que olvidada, tirada, sin destino, te ocultaba con vergüenza.
Qué Largo se te hizo el camino por entre llanuras, cuestas y llanto. Qué eterno el peregrinar por entre los mordiscos ciegos de aguardiente y vino rozados de espanto.
Y es por eso, que hoy quiero, REMIJA, que en mí, tus garbanzos "tostaos" se prendan de domingo, de fiesta.
Cómo, mientras paseábamos atrapando oscuridad, nos lamíamos los labios de yeso. ¡ Cuánto sabor en tiniebla, qué dulzor de embeleso!
Me decía mi abuela, que la Remija llenaba las calles de pandereta y chirigota, pero que fue una triste mujer, que vivió y murio su ebria soledad desesperadamente sola. Eso sí, se dice en un cuentico de la época, que San Antón la acogió, como era, y que cuando murió, la llevó directamente con él sin preguntas, ni " ná", para que viviese eternamente en ese lugar que dicen de los elegidos, en esa dimensión que en vida, alguien, y sí sabe quién, debiendo darsela, se la escondió.